Son un sustituto estupendo para las galletas y el pan. Además, por su gran contenido en fibra y nutrientes, son muy saciantes, ayudando a controlar la ansiedad por comer. Y aportan proteína vegetal.
El ingrediente principal son las semillas de lino y las de chía, gran fuente de ácidos grasos omega 3 (ayuda a corregir la descompensación a favor de los omega 6 presentes en aceites y grasas vegetales, lo cual provoca una tendencia a la inflamación); éstos ayudan a mantener en buen estado los vasos sanguíneos, evitando la acumulación en ellos de colesterol y triglicéridos y contribuyendo así a la prevención de enfermedades como la arterioesclerosis, los infartos cardíacos y cerebrales y los trastornos circulatorios.
Además, los omega-3 forman parte de la composición de las membranas neuronales, donde se producen las reacciones bioquímicas necesarias para el buen funcionamiento del cerebro. Esto ha hecho pensar que el aceite o las semillas de lino podrían utilizarse para combatir diferentes alteraciones neurológicas o para conservar y potenciar las facultades intelectuales. Las revisiones de estudios indican que puede ser de ayuda en algunos casos de déficit de atención e hiperactividad infantil, y que puede prevenir y reducir los síntomas de algunas psicosis y del trastorno bipolar.
También contienen muchos lignanos, con todos sus beneficios para la digestión y que además son antioxidantes; mucílagos, que al disolverse en agua forman una especie de gel con efecto muy beneficioso sobre el tracto intestinal; y proporcionan vitamina B1, esencial para la salud del corazón y del sistema nervioso.
El efecto antiinflamatorio de la linaza ha justificado que se recomiende en el tratamiento sintomático de las enfermedades autoinmunes, como la artritis, la psoriasis y el lupus.
Se relaciona el consumo de lino con un efecto preventivo ante los cánceres de mama, de próstata y de colon.
Al ser ricas en polifenoles, protegen el material genético de los ataques de los radicales libres. Y se las asocia con un riesgo menor de sufrir enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina, diabetes y síndrome metabólico.
Ingredientes: para una 20 crackers de 5 x 5 cm
- 1 taza de lino (marrón o dorado o una mezcla)
- 1 taza de chía
- 1 taza de semillas de girasol
- 1/2 taza de semillas de calabaza
- 2 chdas de sésamo integral (crudo o tostado)
- Pizca de sal
- 2 cucharadas soperas de aceite de oliva (opcional)
- Especias a gusto (orégano, albahaca, cebolla deshidratada, tomate deshidratado y rehidratado, pimentón,…)
Procedimiento:
- Hidratar las semillas de lino (mismo volumen de agua, por 1 hora aprox.). Remover para que se hidraten todas las semillas.
- Hidratar las semillas de chía (mismo volumen de agua, por 1 hora aprox.). Remover para que se hidraten todas las semillas.
- Hidratar las semillas de girasol y de calabaza (doble de volumen de agua por 1 hora)
- Triturar la mitad de las semillas de lino y de chía (habrán absorbido toda el agua). En realidad esto no es imprescindible, pueden quedar todas enteras (a mí me gusta más que estén trituradas).
- Escurrir las semillas de girasol y triturarlas para conseguir una pasta, agregando un poco de agua si es necesario (lo mínimo) (podrías ponerlas enteras también).
- Unir todas las semillas (enteras o procesadas), agregar el aceite, la sal y las especias elegidas. Integrar bien todo.
- Para cocinar/secar la masa tenemos 2 opciones:
a) Versión cocida: Extender la masa en una fuente de horno con papel de horno, con un grosor de 0,5 cm, y hornear a 140ºC por 1/2 hora aprox. (ha de secarse por arriba). Darle la vuelta con la ayuda del papel de horno y secar del otro lado por 15 minutos aprox.
b) Versión “viva”: Esta opción permite conservar mejor los nutrientes de las semillas.
Si disponemos de deshidratador, estiraremos la masa en las bandejas con una altura de ½ cm aproximadamente, deshidratando por 2 horas aprox. de un lado y por 1 hora del otro (a unos 50ºC).
Si no disponemos de deshidratador, estiraremos la masa en una bandeja de horno (sobre papel de horno) con una altura de ½ centímetro y deshidrataremos a unos 50ºC con la puerta un poco abierta por 2 horas de un lado y luego le daremos la vuelta para deshidratar 1 hora del otro lado.
El tiempo es aproximado en función de la humedad de la masa obtenida.
También podemos deshidratar al sol, lo cual dependerá de la intensidad del sol, la humedad ambiente (si es muy elevada es probable que se nos honguee) y el viento; si son muy intensos, con 1 hora de cada lado puede ser suficiente.