
Nuestra verdadera y única responsabilidad es para con noso[email protected] [email protected] (y las personas que realmente dependen de [email protected]).
Al dispersar nuestra energía y desviar nuestro enfoque en la vida de otras personas, nos evadimos de hacernos cargo y ocuparnos de nuestra propia vida.
Y lo peor es que, al no depender de [email protected] lo que otras personas elijan y hagan, nos frustramos y enojamos con la otra persona y con [email protected] [email protected].
Lo más sabio y sensato es ocuparnos de nuestra propia felicidad y paz interior. Una vez que las desarrollemos en [email protected] y las manifestemos, contagiaremos a los demás y al mundo con aquello que queremos transmitir. Sin esfuerzo, sin forzar, sin expectativas.
Sin necesidad de convencer a nadie ni de defender nuestra postura.